Aunque actualmente en Japón se produce todo tipo de música – o casi todo tipo, no tengo constancia de que se produzca reggaetón – la más popular es la música pop, que fuera de Japón se conoce como J-POP, debido a sus particularidades. Es probable que no os suene tanto como el K-POP coreano, que, con BTS como máximo representante, ha conseguido varios premios y reconocimientos en occidente, pero dentro de sus fronteras son los que dominan el panorama musical.

Dentro del J-POP destaca el fenómeno idol. Las idols acostumbran a ser chicas jóvenes, aunque también chicos, que son contratadas por agencias cazatalentos para convertirlas en estrellas, sobre todo de la música, pero también como actrices o modelos. Se convierten en un producto, la agencia les dice qué aspecto deben tener, cómo deben comportarse y qué tipo de vida deben llevar. Se las enseña a cantar y a bailar, todo para satisfacer al mercado, compuesto en su gran mayoría de hombres jóvenes y de mediana edad. Esto en sí ya puede parecer problemático, pero si tenemos en cuenta que, debido a la imagen de juventud y pureza que quieren vender estas agencias, la carrera de una idol termina a los veintipocos, por lo que acostumbran a ser menores de edad, pues todo esto adquiere un tono más turbio.

Y sin tecnología Japón no sería Japón, por lo que no debería sorprendernos que haya un subgénero idol de cantantes virtuales. Uno de los programas que se es Vocaloid, un software creado por Yamaha en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona en el año 2000. Este programa permite sintetizar voces y melodías, y fue usado por la empresa Crypton Future Media para, con la voz de una seiyuu, una actriz de doblaje japonesa, crear a la idol virtual más famosa internacionalmente, Hatsune Miku. Y que sea un programa de ordenador no impide que pueda dar conciertos. Incluso ha hecho de telonera de Lady Gaga.

Y si nos vamos a los márgenes del fenómeno idol, es donde en mi opinión se encuentra lo más interesante. Toca hablar de Babymetal. Babymetal combina algo tan opuesto como el J-POP y el heavy metal. ¿Y a quién se le ocurrió esta idea de bombero? Pues a un productor musical llamado Kei Kobayashi – Kobametal dentro de la narrativa de la banda – que en 2010 decidió formar un grupo de heavy metal alrededor de Suzuka Nakamato (Sumetal), que en aquel entonces tenía doce años, pero ya demostraba tener una gran voz y suficiente carisma para desenvolverse perfectamente en un escenario. Para acompañarla contrató también a dos bailarinas, Moa Kikuchi (Moametal) y Yui Mizuno (Yuimetal), ambas de once años, y luego a músicos japoneses experimentados para formar la Kami band, que las acompaña en los conciertos.

Todavía siguen en activo, con la ausencia de Yuimetal, que abandonó el grupo en 2018, más en forma que nunca. Han actuado en medio mundo – tenían que actuar por primera vez en España este mes de junio, pero se ha cancelado la gira por el coronavirus – y son el primer grupo japonés en actuar en el estadio de Wembley como grupo de cabecera, agotando las entradas, además. Han compartido escenarios con gente de la talla de Metallica, Judas Priest  o Red Hot Chili Peppers, ganándose la simpatía y el reconocimiento de sus compañeros del metal. Su juventud y particular estilo mezclando la música heavy metal con coreografías de J-POP ha supuesto un soplo de aire fresco para la comunidad del metal, en la que cuesta ver relevos generacionales. Pero la astucia de un productor japonés parece que puede cambiar el panorama.

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