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La corte de Heian era muy aficionada a la literatura y a la música, debido a la vida contemplativa que llevaban, aislados de lo que ocurría fuera de los muros entre los que vivían. Era habitual que los cortesanos tocaran varios instrumentos, y la poesía era parte de su vida cotidiana. Se valoraba mucho poder improvisar poesía para el día a día, recitar antiguos poemas en chino o japonés, y escribirla con buena caligrafía.

La poesía formaba parte de la vida cotidiana de los cortesanos del periodo Heian. Memorizar poesía clásica en chino o en japonés era signo de cultura, y la habilidad de improvisar era también muy importante. Se organizaban certámenes de los que algunos todavía se conservan al ser concursos oficiales y además era una parte muy importante de los acercamientos románticos. También era muy importante la caligrafía, pues un poema, por muy bueno que fuera, si la letra no era bonita, era objeto de mofas entre los cortesanos.

La poesía acostumbraba a ser corta, de unos pocos versos. El nivel general no era muy alto, aunque había excepciones, por supuesto. Esto es por la gran cantidad que se escribía, la mayoría de tema amoroso, por lo que los temas se repetían, y, además, el léxico con el que contaban tampoco era muy amplio. Pero esto al final les daba igual, era más importante que se ajustara a la métrica y los cánones formales que la calidad literaria en sí.

Una de las características intrínsecas tanto de la literatura como de la sociedad es el llamado mono no aware. Se puede traducir como empatía, pero tiene un significado más profundo de lo que nosotros entendemos por empatía. Es la capacidad de conmoverse ante lo efímero de la naturaleza, ante la tristeza, y la melancolía nos provoca este sentimiento. La contemplación de la naturaleza típica del cortesano ocioso de Heian, del que ve florecer al cerezo durante una semana para tener que esperar un año entero para poder volver a verlo, les hacía apreciar el paso del tiempo y la belleza de lo efímero, y esto dio forma a su poesía y a su prosa.

La influencia de China sobre Japón ha sido siempre muy grande, pero en este periodo concreto, debido a la crisis política que había en el país continental y la persecución del budismo, no era seguro viajar allí, por lo que los japoneses se encerraron en su país y, pese a que el chino y su escritura, los kanji, seguían siendo considerados signo de cultura, la literatura en japonés ganó terreno. Es importante señalar una de las distinciones que se hacían entre hombres y mujeres. Los hombres estudiaban chino de pequeños, pero las mujeres no. Las mujeres crearon su propio sistema de escritura, el hiragana y el katakana, a partir de los kanji. De esta manera, los hombres no tenían permitido escribir en hiragana al principio, pues se consideraba algo propio de las mujeres.

Esto provocó que gran parte de obras que se conservan estén en hiragana, pues las escribieron mujeres. Los hombres estaban atados a temas más serios, más políticos, mientras que las mujeres podían escribir sobre sentimientos, y con el paso del tiempo, los más conservados y alabados fueron los segundos. Dentro de la prosa, se cultivaron sobre todo tres géneros: los monogatari, una mezcla entre crónica y novela, historias ficticias ambientadas en un pasado muy cercano que nos muestran las costumbres de la época; los nikki, parecidos a diarios personales; y los zuihitsu, ensayos de tema libre.

El exponente más famoso de los zuihitsu es El libro de la almohada, de Sei Shonagon, escrito a finales del siglo X y completado en el año 1002. En este libro la autora cuenta anécdotas de su vida como dama de la consorte del emperador, escribe sus observaciones sobre la naturaleza y hace numerosas listas de cosas que le gustan y cosas que no le gustan, que son sin duda mi parte favorita. El objetivo de estos ensayos no era ser leídos por otras personas, pero por un descuido acabaron en manos de la corte, y causaron sensación. La prosa de Sei Shonagon es muy poética, y se adivina una personalidad muy sensible e inteligente, pero a la vez descarada y con un punto de mala leche, siendo especialmente divertidos los capítulos en los que habla de las clases populares.

Es una pieza de gran valor literario, evidentemente, pero también tiene valor histórico, pues nos enseña el funcionamiento de la vida en la corte Heian desde dentro. Es una obra muy influyente en la historia de Japón, y ya lo fue en el mismo periodo Heian. Murasaki Shikibu, autora del Genji Monogatari, es considerada su rival literario, aunque no coincidieran en la corte, y se dice que el Genji Monogatari fue una respuesta al Libro de la almohada.

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